viernes, 29 de diciembre de 2017

Red Capítulo 4 [Especial de Navidad 2017]

Música

Allí se encontraba, tirado en el pasto con un  animal salvaje echándole el aliento en la cara mientras sus afilados y amenazantes colmillos segregaban saliva descontrolada mente.
En un intento de salvar su vida buscó desesperada mente por algo con lo que poder propinarle un golpe en la cabeza y ganar algo de ventaja, pero para su sorpresa, el pequeño cachorro malherido y debilitado se levantó otra vez sobre sus patas gruñiendo y sacando le los dientes al lobo.

-¡No lo hagas, te matará!
Preocupado por el bienestar del cachorro Mario se armó de valor y tomó una de su velas, la prendió y acto seguido apuntó la llama contra los ojos del animal provocando que este emitiera un grito desgarrador.
Aprovechando la distracción recogió al cachorro y siguió corriendo hasta llegar al final del bosque.

Una vez salió del sendero que conducía al corazón del bosque el joven comenzó a relajarse y a disminuir el paso hasta que finalmente consiguió llegar a su casa.

El pobre cachorro estaba bastante malherido tenía marcas de mordiscos y arañazos y estaba cubierto de tierra y sangre reseca, Mario de urgencia procedió a lavarlo y a  tratar sus heridas temiendo lo peor.

-Te pondrás bien, lo prometo.
El pobre animal gimoteaba tembloroso envuelto en mantas, mientras a su lado recostado se encontraba Mario quien lo abrazaba con delicadeza para darle calor.


-Mmmh....

-¿Ocurre algo?
El pequeño cachorrito comenzó a revolverse dentro de su envoltura.

-¡No puedes irte, estás malherido y afuera está muy oscuro!
El pequeño cachorro ignoró las palabras de Mario y saltó de sus brazos llevándose consigo la manta con la que estaba tapado, Mario fue tras él pero al cruzar el marco de la puerta se detuvo.

Mejor dicho, se quedó congelado, delante suya no se encontraba un cachorro, sino un adolescente de cabello castaño completamente desnudo tapándose con una manta
No podía creer lo que estaba viendo, las palabras de aquella mujer eran ciertas.

-¿Qué demonios....Eres?

-Lo siento....Nunca...yo nunca quise mentir....

-Eres...¿Un lobo?

-Si...
Mario se acercó lentamente al asustadizo joven quien cerraba los ojos y agachaba la cabeza con miedo a ser golpeado. Pero en lugar de  asestarle un puñetazo...Mario abrazó al tembloroso muchacho y comenzó a acariciar sus cabellos con delicadeza.

-¡Por favor no se me acerque!
Estaba atemorizado,y no quería que se le acercase, más Mario lo ignoró y siguió avanzando.

-Por favor.... -No tengas miedo...No voy a hacerte daño.

-Por qué....¿Por qué eres tan amable con algo como yo?
Suspiró el muchacho con lágrimas en los ojos y con su voz entre cortada

-Antes cuando te enfrentaste a aquel lobo aun estando malherido, si de verdad me hubieras querido atacar no me habrías ayudado.

-¡No no es cierto! Soy un lobo, una criatura despreciable y peligrosa.
Mario tomó su mano y lo llevó  al interior de la casa, ambos se sentaron en la cama y una vez que el joven se tranquilizó reanudaron su conversación.

-Nunca nadie me había tratado como usted...para ellos, yo solo soy un estorbo, alguien a quien despreciar.

-¿Dices los otros lobos?

-Si...

-Entonces...Todas esas heridas? Los mordiscos, los arañazos...

-Me las hicieron ellos...

-Nunca has pensado en irte de aquí?

-Aunque quisiera...No podemos abandonar el bosque...Él nos lo impide.

-¿Quién es él? ¿Es eso que te daba tanto miedo y de lo que escapabas cuando nos conocimos? Quiero saberlo, ¿Quién o qué es el Lobo Feroz?

-El lobo feroz.... él es....Mi padre. Una criatura despiadada y mezquina y no duda en usarnos a nosotros los demás lobos como peones para sus caprichos, atrae a los humanos al bosque  fingiendo ser un leñador y los guía hacia la guarida donde los demás se encargan de asesinarlos, a mi no me gusta matar gente...por eso papá me castiga... dejándome cicatrices o quitándome la comida durante varios días.

-¿Tu padre es el lobo feroz?

-Así es...

-Eso es horrible... que recurra a trucos tan sucios y aun peor, que obligue a los demás a mancharse las manos de sangre en contra de su voluntad...

-Para eso nacemos, para matar...Los lobos somos criaturas sanguinarias que se alimentan de sangre inocente...Pero yo no quiero matar a nadie, por eso es mejor que no te involucres conmigo y que te marches cuanto antes.

-¿Quieres que te deje morir? ¿Eso quieres?

-Es lo que me merezco...por traicionar a mis congéneres...

-¡Eso es estúpido! ¿¡Por qué?! ¿Acaso no quieres ser libre? ¡¡La muerte no es la solución, solo estás escapando de la situación!!

-No soy tan fuerte, como para plantar les cara, ya lo he intentado pero siempre acababa perdiendo...así que asumí que la única solución era morir...
Mario tomó sus manos y las apretó con firmeza.

-No estás solo, ya no lo estás, porque yo pienso estar a tu lado, hasta el final.

-Mario...

-Quédate a mi lado, confía en mi, juntos derrotaremos a ese monstruo así que no vuelvas a menospreciar el valor de una vida.
Una vez más el pequeño lobo estalló en lágrimas mientras Mario lo abrazaba consolándolo.

-A partir de ahora esta será tu casa, y yo seré tu nueva familia, bienvenido a casa, hermanito.

Mario acogió al descarriado animalillo bajo su protección dándole un nuevo nombre, Bruno, a partir de ese día dejaría atrás su pasado como lobo para convertirse en un humano.

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